SUICIDIO
El
suicidio es la cuarta forma de violencia en nuestro país con una tasa de
mortalidad para el año 2013 de 3,84 por cada 100.000 habitantes. En nuestro
país por cada mujer se quitan la vida cuatro 4 hombres.
El
suicidio es un fenómeno global, con significado existencial, impactante, que
afecta todas las esferas de la sociedad y que ha acompañado al hombre durante
toda su existencia. Históricamente, las sociedades han valorado este fenómeno
desde diferentes ópticas: religiosas, sociales, culturales y científicas.
Primero,
debemos medianamente entender qué es el suicidio y algo sobre la dinámica que
le subyace. Muchos autores coinciden al afirmar que el suicidio responde a una
multiplicidad de eventos, hechos, factores y circunstancias en constante
interacción entre ellos.
Para tener un ordenamiento que facilite su
comprensión, podemos acudir a una clasificación de los factores vinculados con
la conducta suicida. Se habla de los factores de riesgo o de protección, como
aquellas condiciones que inciden o tienen alguna relación con el aumento
(riesgo) o disminución (protección) de la probabilidad de ocurrencia del hecho suicida.
Estos factores no corresponden a una relación de carácter causal, más bien
aluden a una asociación probabilística. Es así que Adam y White proponen la siguiente clasificación:
1. Factores predisponentes: colocan al
sujeto en una situación de mayor vulnerabilidad frente al suicidio; y pueden
ser eventos como la existencia de una historia familiar de suicidio,
antecedentes de depresión u otros trastornos psiquiátricos; pérdidas dramáticas
en la infancia, situaciones de aislamiento social, entre otros. Se puede
resaltar que los factores mencionados son circunstancias que forman parte del
bagaje histórico de la persona, por consiguiente, su ocurrencia no dependió
directamente de una acción o decisión del sujeto.
2. Factores contribuyentes: su
presencia puede exacerbar el riesgo de suicidio atribuible a los factores
predisponentes. El consumo abusivo de sustancias psicoactivas, incluido el alcohol, es el mejor ejemplo
de este tipo de factores. También se pueden considerar en esta categoría
las deficiencias en el manejo, control y regulación del estrés (estilos de
afrontamiento), la impulsividad muy elevada, estilos cognitivos muy
rígidos y una baja tolerancia a la frustración entre otros. Habría una
constante en estos factores: su modificación si puede depender del sujeto, por
lo tanto, son susceptibles de una intervención.
3. Factores precipitantes: se
considera que son aquellos que pueden tener el potencial de activar o
desencadenar un intento de suicidio en un sujeto que esté en riesgo; lo
anterior implica la existencia de ideas de suicidio. Entraría en esta categoría
las pérdidas recientes, el trauma individual, las humillaciones o una situación
de crisis emocional en curso. En el saber común, los factores precipitantes son
mal llamados las “causas” del suicidio: se le “acusa” a la novia que
termina la relación con el muchacho, como la causa de la acción suicida de este
o si no, si un estudiante pierde el año, se dice que fue el resultado de la
alta exigencia en la escuela. En el estricto sentido de lo que significa el
término causa, este debe cumplir dos condiciones: estar primero en el tiempo y
tener la capacidad de provocar el evento. Si aceptáramos como cierto que el
rompimiento amoroso o el fracaso académico son las causas de la actuación
suicida, todo aquel que pasara por dichas experiencias, inevitablemente
incurriría en suicidio.
4. Factores de protección: resultan ser aquellas
condiciones que disminuyen la probabilidad de un riesgo de suicidio que se ha
consolidado o también, que evitan la aparición de las ideas, que son por
excelencia, el primer factor de riesgo que tiene capacidades altamente
predictivas. La promoción de muchos de estos factores es una de las
líneas que se considera en los trabajos de prevención del riesgo de suicidio
desde la perspectiva de la anticipación. Entendemos por este término, que se
creará un contexto que ayude a evitar la aparición del escenario de riesgo
suicida, dado que la mayoría de intervención de la llamada prevención de
suicidio, es cuando el riesgo es ya una realidad. Podemos hacer mención al
fortalecimiento de una educación emocional sana, la estructuración de la
resiliencia y el desarrollo de los estilos de afrontamiento adaptativos, por
solo mencionar algunos.
De manera complementaría, otros autores hacen mención a
una serie de factores que ayudan a determinar el posible riesgo de consumación
de un suicidio como son la presencia de la ideación suicida, los antecedentes
de intentos previos, la existencia de una planeación y el fácil
acceso a un método efectivo, el sexo, la edad, el estado
civil, casos de suicidio cercanos en el seno de la familia, las
pérdidas recientes que operan como factor precipitante, los trastornos
psicopatológicos como la depresión; los trastornos de personalidad límite,
antisocial y narcisista, y la esquizofrenia, la población sometida
a Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses aislamiento
social, la enfermedad crónica limitante y definitivamente, el
abuso de sustancias. Aquí entra un cuestionamiento que
intentaremos resolver más adelante: si el matoneo escolar, puede considerarse
como un factor de riesgo determinante o por el contrario, solamente una
condición precipitante para el acto suicida. Según sea la resolución, las
implicaciones y las líneas de acción a tomar pueden ser radicalmente
diferentes.
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